Me alimento de los halagos que cada uno hace. Uno podría pensar que algún día moriré sin ellos, pero en cada nueva generación, tengo fieles seguidores que me seguirán dando vida durante un tiempo... No hace falta que me den dinero, no hace falta que hagan grandes sacrificios por mí, lo único que necesitan hacer es exaltarme con sus alabanzas, reconociendo que solo yo podría ayudarlos en momentos difíciles. Tampoco es como si me gustara ayudar a las personas, ¡eh! Podría aceptar una que otra petición.
Sin embargo, cada uno tiene consentidos, ¿no? Existen unos pequeños a los que defiendo sin que me lo pidan. ¿Por qué? Pues... sucede que sus enemigos son demasiado para ellos. Me parece algo injusto. Les ganan en fuerza, agilidad, velocidad, cantidad... Y, aunque no me pidan auxilio de la manera que me gusta, quiero que sigan con vida. Supongo que bajo toda esta vanidad tengo bondad, ¿no? Después de todo, no soy tan malo.
El aura de misterio con que envuelves a tus personajes me parece fantástica.
ResponderEliminar