Es increíble. Pensé que era una persona fría y, a veces, dura para hablar. Bueno, eso es lo que algunos me han dicho. No puedo evitar hablar de cierta manera, pero suelo darme cuenta si las personas se sintieron incómodas cuando lo demuestran de una manera obvia.
Sé que le dolió y se entristeció por cómo le hablé ese día. La verdad es que no tenía ganas de ser amable con nadie... Él solo quería contarme novedades en su vida, pero yo no quería prestar atención a ninguna noticia que no fuera sobre mí. No me importaba la vida de nadie más. Suelo tener días así, pero sé cómo simular interés. Sin embargo, justo ese día, no fue así.
Han pasado unos días, y pensé que tenía que disculparme. ¿Me costaría? De hecho, pero si en realidad me importaba, iba a tener que esforzarme en eso.
¿Por qué viene con esa sonrisa?
—Hola.
—¡Hola! ¿Cómo estás?
—Bueno... bien.
—¿En serio? Hace días estabas de mal humor, ¿verdad?
—Uhm... sí, cosas de la vida.
—Entiendo. Lo bueno es que ahora estás mejor. ¿Salimos?
Podría jurar que estaba molesto en ese entonces. ¿Cómo pudo venir hacia mí con ese buen ánimo? Ni siquiera tuve que pedirle disculpas, y sé que no lo traté de una linda forma. ¿Será que le importo tanto? Uhm... supongo que trató de comprender qué me pasaba. Quizá solo vino con una actitud positiva para ver cómo le resultaba. ¿Uno puede pasar por alto ese tipo de cosas? Las personas cercanas a mí no me han dado el trato que yo les doy nunca, creo. Y no les conviene. No creo ser del tipo vengativo, pero exigiría palabras de arrepentimiento. Sin embargo, él perdonó esa actitud mía sin que yo lo mencionara. ¿Así es como debe ser un amigo?
Un encuentro entre dos amigos con actitudes muy bien marcadas: uno positivo, el otro pesimista.
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